Cuando las palabras salen de la boca, a veces, parece que las veo. A veces, sólo cuando soy consciente de que alguien me está escuchando, puedo verlas brotar. Y entonces me rodean y me hablan. Se llaman las unas a las otras y cuando voy a pedirles que se callen, aprovechan que mis labios se separan y vuelven a su hogar. Al fondo de mi garganta de donde nunca debieron salir.
Porque hay mañanas en las que las nubes se quedan en la tierra, y lo envuelven todo con su esponjosidad. Y me preguntan, una y otra vez, si pretendo seguir así más tiempo.
"No recuerdo la última vez que te tumbaste
y nos sonreíste como lo hacías antes"
No recuerdo la última vez que no me senté tranquilamente y dejé la mente en blanco. Ahora mi mente es inquieta, y no para de moverse. Viaja al pasado, y no me deja en paz. Se hace ilusiones sobre el futuro e imagina un presente paralelo al que vivimos.

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