lunes, 30 de mayo de 2011

Orgullo

Destrozarse y sobrevivir a tí misma. Destrozarse y seguir. Anoche no dormí nada, centrada en las páginas de un libro viejo, que encontré por ahí tirado, en uno de mis cajones; releyendo sin cesar una de las frases que se encontraban en la página número trescientos ochentainueve. 
"Amarte es como morir. Pero dejarte marchar sería enterrarme viva"
Esas diez palabras, separadas por un miserable y grueso punto, parecían haber pulsado un botón dentro de mi mente, y fue como volver a un año atrás. 
Tumbada sobre la cama, enterrando las uñas largas y pintadas de negro en las sábanas, desgarrándolas frustradamente, como si me arrancase la piel, apretando los dientes, porque era de las pocas formas que tenía de no gritar.
Amar. Amarle era como volverme loca. Era como infringirme yo misma el mayor de los castigos. Porque él me menospreciaba y me culpaba de cosas que yo no entendía, pero yo asumía la culpa plenamente, segura de que era cierto; segura de que yo merecía el insulto que me había dicho horas atrás.
No sé si eso que dicen que el amor vuelve idiota es cierto; pero si sé que te deja ciego, y más aún, que te convierte en un auténtico masoquista. Yo le quería, y no veía el horror que causaba al rededor de mí por ese tonto sentimiento. Sólo importaba las consecuencias que habría en él y en mí. Yo le quería, y no veía el horror de mi cuerpo, más delgado por la falta de comida, más pálido, más herido. Demacrado por los intensos arañazos que me daba por las noches en las que él, había vuelto a ser brusco y había vuelto a darme miedo
Así que me enterraba en las sábanas, escuchando siempre la misma canción, que me recordaba a él - porque era como si le hablase a él, aquella voz de mujer, acompañada de una suave guitarra. Y por cada nota tenue del instrumento me encorvaba más en mi lamento, convirtiéndome en una bolita , enredada en sábanas rotas. Gemía adolorida porque era como si me arrancasen algo del pecho. Gemía adolorida porque cada caricia me quemaba. Gemía adolorida porque deseaba ser fuerte, pero era una cobarde, y me escondía cruelmente bajo una máscarade indiferencia cuando nos cruzábamos en un pasillo. 
Cuando la mujer de la canción preguntaba si habría alguna posibilidad de ser feliz, yo contenía un grito, y al saber que pronto se abriría paso por mi garganta, enterraba la cara en la almohada, y lo dejaba salir, apretandom mis manos en mi cabello, lastimando y llorando, porque le quería.
Y le quería más que a mi vida. Más que a nada.
Y lo demás, daba igual.
Aun así, llorar desconsolada, arañandome y odiandome, era una cosa con la que aprendí a convivir, proque si no me castigaba yo misma, sabía que lo haría él, con palabras hirientes y miradas frías, que congelarían mi alma, pero no por ello congelaría ese sentimiento, que me carcomía las entrañas, el pecho y la cordura. 
No sé cómo, corté el problema de raíz. Una mañana me decidí a no volver a hacer aquella barbaridad masoquista, y lo eché de mi vida, sin piedad ni miramientos, esperando convertirme en la mujer orgullosa que realmente era. Pero, ¿dónde quedaba el orgullo después del acto que hice? Me había dejado avasallar, dominar y ultrajar, por él, y por mí misma, en un bucle infinitos de dolor y angustia, que me prometían amor y respeto. 
Busqué el orgullo en otras camas, y lo perdí todavía más. 
Y ahora me he dado cuenta de una cosa. Una cosa tan simple, pero tan devastadora, que ha cambiado mi mundo, de nuevo. 
El orgullo se pierde, pero no se recupera; se vuelve a hacer.
Así que, alzando la barbilla orgullosa, y caminando mirando al frente, me he abierto paso entre la gente que me rodea esta mañana, en uno de los pasillos demasiados cargados de hormonas; y me he sentido bien. Me he sentido digna de mí misma, y no he podido evitar sonreír. 
Porque él no estaba al principio del pasillo para mirarme, y no necesitaba tenerle a él para tener dignidad.

martes, 24 de mayo de 2011

Tiempo

Desvanecerse entre las nubes del pasado, y enredarte en las notas de tu canción preferida; enamorarte de alguien inalcanzable, sólo por sentir y sumergirte en palabras que dijiste, mirando por la ventana un martes a quinta hora, sonriendo, escuchando cosas sueltas, y tratando de no llorar. Saber; darte cuenta realmente, de que aquello, todo eso, fue un error más que te ha hecho fuerte. Más fuerte que nunca.
Te quiero; te quiero más de lo que ninguna te va a querer jamás. Recuerdalo.
Y tú sabes que lo hice, y que te quise más que ninguna. Porque por ti he hecho lo que muy pocas habrían sido capaces de hacer, incluso por amor. Y pensando en todas esas palabras; pensando en esas promesas que nunca cumplimos; recordando las mañanas de primavera, con el aire perfumado a mar y flores, en el que dibujábamos planes de futuro con sonrisas en nuestros labios, que borrabas a besos tristes que yo trataba de esconder bajo mentiras y falsas ilusiones. Porque me decías lo que quería oír, pero sonaba a veces tan vacío, que tenía que repetir tus palabras para creérmelo. 
A veces escucho el piano, esas melodías que tú me dedicabas, y ya no me duele, y ya no sonrío embelesada. Así que he superado lo nuestro, después de dos años. ¿Quién me lo iba a decir cuando hace un año yo te adoraba y besaba el suelo que pisabas? ¿Quién te iba a decir a ti que, finalmente, tú perderías algo más que una mujer? ¿Quién me iba a decir a mí, que encontraría algo mejor, algo por lo que luchar realmente y que me emocionaría sin ni si quiera una mirada? Porque él me emociona con el simple hecho de existir. Quién sabe si lograré quererlo del mismo modo que te quise a ti; pero averiguarlo no es algo que me moleste. 
Así que casi un año después de dejar nuestra historia aparcada en el pasado, me he descubierto rememorando nuestras locas aventuras en las escaleras; en las esquinas de los pasillos; las miradas furtivas y las manos que se deslizaban entre la gente, para rozar algo de piel, para dejar un rastro de amor. Y hoy sonrío un poco, porque aquello estuvo bien. Pero sólo queda el recuerdo. Ya ni siquiera un poco de amor. Ni algo de ternura. Sólo recuerdos que me han marcado, porque me han convertido en lo que soy ahora: un poco menos niña, algo más mujer. Lo que siempre he querido ser. Ésta vez, sin ti; sólo acompañada de canciones de Tom Felton; fantaseando con el morbo que me da Draco Malfoy, y enamorada -perdidamente enamorada- de un hombre maravilloso, de oscuro cabello, ojos profundos y hermosas y con una sonrisa que lo borra todo. Con esa voz que a mí me encandila y con ese todo que eclipsa el nada que tú me dabas

jueves, 19 de mayo de 2011

Puedo

Puedo ser lo que quiero ser. Puedo ser la novia de Tom Felton cuando me dé la gana. Puedo aprender a tocar la guitarra cuando yo quiera. Puedo aprenderme todos los papeles que quiera. Puedo leer "La casa de Bernarda Alba" y sentirme como si fuese Adela, que ama hasta matarse por hacerlo. Puedo escribir todas las escenas que quiera sobre Draco Malfoy y Hermione Granger sin importar que no tenga sentido juntarlos. Puedo ser mejor que Marilyn Monroe en sus mejores años. Puedo matar a quién yo quiera. Puedo torturar hasta sentir placer. Puedo amarme todo lo que me dé la gana. 
Oh sí, una maldita egocéntrica, que se deleita con su reflejo. 
Una maldita egocéntrica a la que no le importa admitirlo. A la que no le importa recordarle a cierto capullo que ella es mejor que cualquiera. Una maldita egocéntrica ambiciosa, celosa y vanidosa. Una maldita egocéntrica que pisoteará a cualquiera que pretenda ponerse en su camino para alcanzar su meta. Porque nadie, va a lograr apartarme de esto que pretendo tener. Da igual que sea duro. Da igual que tenga que saber cosas que no quiero saber. Da igual que tenga que perder - porque si pierdo, me haré más fuerte. Da igual que me encuentre a gente despreciable - yo puedo ser peor que ellos
Da igual.
 Porque puedo ser mejor, en todo lo que me proponga. 

miércoles, 18 de mayo de 2011

Tiempo que es agua

Así que no termino de encajar las palabras. He decidido que quiero desarmar el rompecabezas en el que te has convertido, y analizar cada una de las piezas. Algunas no encajaran - y voy a tener que apartarlas; y las que se puedan quedar no harán ninguna forma, y sus colores y dibujos serán difusos. Así que no lo entiendo. No entiendo nada. 
No me entiendo.
 Por que puedo hacer las cosas con una precisión que hasta a mí me extraña. Porque soy detallista hasta la última coma. Porque no soporto que algo sobre o falte; y sin embargo, que falte o sobre algo contigo, me encanta. 
Te sobra belleza y te falta ternura. 
Te sobran sonrisas y te faltan motivos para tenerlas. 
Y no lo entiendo. No me encaja nada. Todo tenía sentido; todo era sólido. Y ahora he perdido el rumbo y la vida se ha vuelto líquida, escurriéndose entre mis dedos como si fuese agua. Y no soporto ver como cada gota se estrella contra el suelo. Y odio que algunas de ellas sean gotas de mi tiempo
Tiempo que te dedico pensándote. 
Tiempo que te dedico queriéndote. 
Tiempo que ya no sigue las agujas del reloj. Tiempo que ya tiene su propio cronómetro. Tiempo que va acorde con cada paso que doy, al ritmo de melodías tristes. Y no soporto sentirme vacía, por algunas palabras a otra que nunca me dirás. Y si tuvieras dos dedos de frente te darías cuenta de las cosas que me duelen. Y si yo los tuviera, dejaría de ser masoquista y haría lo que me conviene. 
Pero soy ambiciosa. 
Horriblemente ambiciosa. 
Y también soy vanidosa. 
Terriblemente vanidosa. 
Así que no me voy a rendir. Porque te puedo dar más de lo que ella te está dando

lunes, 16 de mayo de 2011

Ma~du~rar como las man~za~nas

Hoy he estado pensando en los silencio que hablan, en las palabras que estorban, en los pensamientos que sobran. Hoy me he parado a pensar durante una milésima de segundo, en los campos yermos que se han convertido en mis planes de futuro, llenos de árboles que aún tienen que crecer, y flores que aún tienen que florecer. Y he llegado a una conclusión:
He madurado.
Sólo un poco, la verdad; pero lo suficiente como para saber lo que quiero hacer, de lo que quiero vivir, pero más aún, la persona que deseo ser cuando sea mayor. Una persona que ya no se deje controlar, dueña de su vida y que no se deje llevar por la corriente. 
Así que ahora resulta, que yo formo parte de los campos que son mi futuro -antes yermos- con la forma de una manzana, que tiene que madurar -y va a hacerlo- para caerse de la rama más alta del árbol y caer a la hierba mecida por la brisa y bañada por el sol, 
Para rodar hacia el futuro. 

domingo, 15 de mayo de 2011

Celos

Ese sentimiento que te retuerce las entrañas, que hace que quieras llorar, gritar y matar al causante de esta horrible sensación que te asedia por cualquier tontería. Te quiero. A mí también me gustaría poder decirte eso ¿sabes? Pero da la casualidad, que soy una persona que piensa -no como en otras ocasiones- y como pienso bastante últimamente, no puedo evitar pensar que el día que te diga "Te quiero" tú lo único que harás será cambiar de tema o decir cualquier otra cosa. ¿Por qué?
Porque tú no me quieres. Tú no sientes nada. 
Porque hay miles de tías mejores que yo por ahí.
Y eso me hace querer matar a la mayoría de las féminas del planeta.
Porque son más bonitas; más altas; más risueñas; más pasionales; menos acomplejadas; más divertidas; más sensacionalistas
Oh pues perdóname por ser tan estúpida; yo no tengo la culpa de tener miedo a una relación estable incluso si estoy tan perdidamente enamorada de ti.
Julián, eres idiota; y que no te des cuenta de que estoy loca por ti a estas alturas, te convierte en un auténtico retrasado.

sábado, 14 de mayo de 2011

Pensar

Tumbada en la cama, el ventilador a un ritmo sosegado, y alguna que otra canción lenta, que inevitablemente, me hace pensar. Pensar en que mañana, todo se decidirá. Pensar en que mañana podría tener mi oportunidad. Ya sabes: esa oportunidad de ser lo que siempre he soñado ser; y de estar con quien más deseo estar. Llámame estúpida si se te antoja; pero estoy muy nerviosa...

Soñarte y escribirte

Si cada vez que me despierto, pudiese ver lo que más deseo en este mundo, sin duda, sin vacilación, serías . Sería ver tu largo, suave, sedoso y negro cabello esparcido por la almohada, y poder hundir mis dedos en el tiernamente. Sería poder ver tus ojos cerrados; ojos que guardan tanto dolor, tanta fuerza y que sin embargo tienen un brillo tan febril y suave, que hacen que me estremezca. Sería ver los suaves y finos labios, levemente pálidos, de sabor tenue que tengo grabado en la memoria; porque el sabor de  tus besos, no puedo olvidarlo. Sería ver los brazos largos, suaves y fuertes, que acaricio siempre con la punta de mis dedos y que hacen que te estremezcas y te rías. Y dios. Tu risa... Tu risa es aún mejor que cualquier otro pensamiento que pueda surgir en mitad de la noche. Es como una bala que me atraviesa de lado a lado. Tu risa, acompañada siempre de esa media sonrisa que me arrebató el alma para que te la llevases, eso es lo único que hace que quiera seguirte
Y así puedo estar el día entero. Mirándote. Mirándote y queriéndote; porque no hay cosa más cierta de que te quiero para mí sola ahora mismo. Para mí; sólo para mí. Porque te quiero. Te quiero. Te quiero
Te
Quiero
Y cada pensamiento que sale de mi imaginación hasta la superficie de mis mejillas, hace que se tornen rojas, y una sonrisa aflore en mi rostro; y una mirada tierna se derrita en mis ojos. No sabes lo que daría esas mañana por tenerte ahí, tumbado a mi derecha, a merced de mis manos que sueñan con acariciar tu piel otra vez; a merced de mis labios, que solo quieren volver a besarte; a merced de mis pupilas, que tienen tu imagen grabadas a fuego en ellas, pero que ansían más imágenes tuyas. Mejores imágenes.
Tú riendo.
Tú sonriendo.
Tú pensando.
Tú, mirando hacia cualquier parte para luego mirarme.
Y sonreírme. Y quererme.
Cuesta decirlo, después de lo que he vivido. Después de todo el miedo que aún guardo. Después de cada sueño roto. Cuesta decirlo, pero lo tengo que hacer.
Me he enamorado de ti. Perdidamente. 
Pero, pese a sentir como mi boca se abre de horror con el pensamiento de confesarte este sentimiento, hay demasiadas cosas que me recuerda a él e inevitablemente, a ti. Cada una de las palabras de una canción; cada una de las declaraciones que leo en un libro; cada uno de mis deseos, son los que hacen que quiera decírtelo; repetírtelo día y noche. Decirte cada una de las cosas que despiertas en mí, y que no quiero volver a esconderte. 

miércoles, 4 de mayo de 2011

*

Te quiero
Te quiero
Te quiero
Te quiero
Te quiero
Te quiero
Y no puedo dejar de hacerlo. No puedo pararlo.
No puedo dejar de pensar que algo está pasando en mí.
Te estás quedando con cada parte de mi alma.
Ya no queda nada, absolutamente nada, dentro de mi cuerpo que no te pueda querer.
No sé si es porque tu has encontrado la manera de llegar a mí.

Y te quiero
Te quiero más
Y más
Y más
Y más
Y no puedo pararlo.
Y no quiero pararlo.
No quiero detenerte en esta misión de destruirme.