Creo que me da miedo quererte. Creo que tengo miedo de sufrir. ¿Sabes? He vivido tantas cosas. He perdido a tanta gente y conocido a tantas otras personas, pero tú, tú eres tan jodidamente diferente. Es esa mirada de ojos negros que me quita el aliento. Es esa sonrisa que me escandaliza, que me paraliza, que paraliza mi mente, mi corazón y el tiempo. Y esos brazos, que hace unos años me abrazaban con cariño, como a una hermana pequeña, los echo de menos.
Mentiría, si dijera que no anhelo tu calor. Mentiría si dijera que no anhelo tu voz en mi oído. Incluso añoro las peleas de críos, porque tu te metías conmigo. Porque yo para ti, era la pitufa y para mí, tu eras el idiota.
Pero, ¿qué pasaría si volviese a pasar lo de siempre? ¿Qué pasará si una mañana siento vacío porque vuelvo a sufrir? No quiero llorar más. Ni por nadie, ni por Kate, ni por mi familia, por mí misma o por la guerra del Sol y las estrellas. Sólo quiero vivir. Y mandarte besos de oro a través del aire. Besos dulce como la miel, brillantes como las estrellas y tiernos como los pétalos de un tulipán...